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Sobre ¿Por
qué es negra la noche?
De Julio César Londoño
Septiembre 2010
Septiembre 2010
Por:
José Zuleta Ortiz
Publicado en VIDANCA magazine, Marzo-Mayo, 2013.
Publicado en VIDANCA magazine, Marzo-Mayo, 2013.
Es difícil
encontrar en un libro de doscientas cuarenta y cuatro páginas, ochenta y un ensayos.
Más difícil aún es aprender algo en cada uno de ellos.
Al abrir la primera página nos encontramos ante un racimo
generoso de frutos delicados. Una verdadera confitería para la curiosidad y el
placer de leer. Este libro provoca, estimula el pensamiento, incita la
imaginación, y además produce el mayor de los gozos: el gozo de la
inteligencia. Con una habilidad extraordinaria, en tres cuartillas, el autor
plantea problemas tan complejos como el genoma humano, el sentido del olfato, o
el enigma de los besos. Me refiero a Por qué es negra la noche de Julio Cesar Londoño.
Una vez, al cuentista ruso Antón Chejóv le
preguntaron por qué sus cuentos eran tan breves. Él dio una respuesta clara
como todo lo suyo: “el periódico que los publica no me da más espacio”. De esa
limitación espacial nació el cuento moderno. Despojado de todo lo superfluo,
dirigido al asunto esencial, Chejóv, obligado por las circunstancias, construyó
una estética de la brevedad, de la exactitud, y de lo no dicho. De sus cortos
relatos emergió un lector más agudo, que debía complementar lo que la historia
sugería, este lector estaba obligado a hacer de la lectura un acto de creación
que completaba la tarea del cuentista.
Fernando Cruz Kronfly y Julio César Londoño.
Fuente: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_06_29_archive.html . Fotografía (junio 2012) MIC de NTC …
Los ensayos de este libro son breves y están llenos de temas sugestivos, de revelaciones, de agudeza y reflexión. Nos aproximan con eficacia y belleza a diversos asuntos: el amor, las religiones, la ciencia, el color de la noche, la curvatura del arco iris, la muerte, la poesía…
Me atrevería
a afirmar que estos “ensayos”, limitados como los cuentos de Chejóv por el
espacio que conceden en los periódicos a sus colaboradores, inauguran una
suerte de nuevo género literario: el ensayo brevísimo. O lo que podríamos
llamar, de una manera menos académica como golosinas
para la inteligencia. Sobre su tarea de ensayista de divulgación, el autor
comenta:
”Dicen que Dios hizo al gato para que el hombre
pudiera acariciar al tigre. Tal vez el papel del ensayista de divulgación sea
tan humilde y hermoso como el del gato: ser un traductor aplicado para que el
hombre de la calle comprenda al genio”.
Hay que celebrar que exista un libro que se
ocupa de los asuntos más importantes de la ciencia y del ser, con serenidad,
ilustración y sentido del humor. Lejos de la trascendentalidad rigurosa y
flemática de los científicos, este libro permite comprender los mismos asuntos
de manera clara, y sobre todo, enciende el interés del lector por todo lo que
aborda, esclarece los temas más enigmáticos con la misma habilidad con que un
maestro de magia explicaría la importancia de los espejos y el doble fondo, en
la decapitación de las mujeres.
Hay que aplaudir
que en siete minutos, podamos entender el origen del lenguaje, o el complejo
aparato de sensibilidad que es la piel humana. O cómo y por qué, también la ciudad
es un invento de las mujeres.
Finalmente este libro es un ejemplo de técnica
narrativa, de claridad y eficacia en el arte de escribir. El estilo del autor
cabe dentro de la definición de ensayo del profesor Jaime Alberto Vélez: “El
ensayo es la mejor manera de sostener con gracia un punto de vista original”.
Pondré un ejemplo: “Las religiones fueron necesarias porque contenían los
primeros códigos de convivencia, los primeros modelos del mundo, historias y
rituales necesarios para el desarrollo de las naciones.” Pero lo más curioso del libro es que siendo un
libro de ensayos, en su mayoría de divulgación científica, no es un libro
pretensioso. Incluso en algunos momentos
podría parecer por el tono, un libro ligero. Lo que ocurre es que en vez de
pontificar, provoca, rehúsa la circunstancia y la pompa del lenguaje académico-científico,
y usa el lenguaje corriente, este libro se propone algo más importante: contar,
pensar y hacer sonreír la inteligencia.
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