viernes, 26 de diciembre de 2014

"María" y "El alférez real". Adaptaciones de Julio César Londoño. Libros completos. Diciembre 25, 2014

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En su 2a. etapa, provisional, publican y difunden 
NTC … Nos Topamos Con 

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VIENE DE: 

16 de diciembre de 2014

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"María" y "El alférez real"

Adaptaciones de Julio César Londoño 

Libros completos en internet 
subidos por NTC ... 

Diciembre 25, 2014 

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Libro completo
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http://bit.ly/1zYEBIJ


Información asociada (PDFs)
1.    Anexo ALFEREZ

‘El Alférez Real’ y ‘La María’, dos obras cumbres de la literatura colombiana y vallecaucana de los siglos XVIII y XIX, hoy pueden ser leídas por los niños y jóvenes en un lenguaje más contemporáneo, tras la adaptación realizada por el escritor Julio Cesar Londoño, según encargo de la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali.

“Esta idea del alcalde, Rodrigo Guerrero Velasco, es presentar a las nuevas generaciones, dos textos actualizados en Pdf; para que en tres o cuatro horas en promedio; puedan leer estos clásicos de nuestra literatura, en un español ajustado al mundo de hoy”, indicó Londoño;  quien aclaró que la edición llega a un 40 % de modificaciones, abreviando el relato, retirando repeticiones y agregando ganchos de tensión, generando mayor expectativa entre los lectores.

Agregó que adelantar una actualización del lenguaje de la obra María de Jorge Isaac’s, fue un reto profesional bastante grande, ya que esta fue escrita a mediados del siglo XIX, en una prosa delicada y purista, que le llevaron a ser catalogada, como la mejor obra romántica de este periodo en América Latina.

Entre tanto sobre ‘El Alférez Real’, de Eustaquio Palacios, manifestó que es un texto en un lenguaje más sencillo y menos elaborado, que reúne algunas características propias de la crónica, con elementos históricos que permiten conocer aspectos de la sociedad caleña de ese entonces.

Información: 885 88 52  ext. 102 , 312 829 50 20
Fecha de publicación: 25/12/2014
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En el FACEBOOK de LA SCTdeC:


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DEBATE. CONTINUACIÓN
APORTES y MENSAJES
VIENE DE: 

16 de diciembre de 2014

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De: Yves MONINO  ymonino@orange.fr

Fecha: París, 27 de diciembre de 2014, 5:49

Asunto: Texto sobre las adaptaciones

Para: NTC ntcgra@gmail.com, Rodrigo Escobar-Holguín . Cc: Fabio Martínez 
Queridos Gabriel, Rodrigo y Fabio,

¡por fin llegaron las adaptaciones de María y del Alférez! Mil gracias por compartirlas. Las bajé y la lectura de María (Adap.) me confirma mis primeras impresiones. La adaptación me parece excelente.

Como lo prometí a Gabriel y Rodrigo en mi correo del 18 de diciembre*, les comparto un comentario más argumentado que mis breves notas anteriores. Verán que incluí un extracto del Quijote de 1605 en caracteres de la época, con una divina fuente que encontré en la red, llamada "1550". Si NTC … la necesita para pasar mi texto al blog, la adjunto con las instrucciones de uso (en qué teclas se encuentran las letras y grupos de letras ahora en desuso). En todo caso les mando mi texto completo en dos formatos, doc (lo presentamos más adelante) y pdf.  https://drive.google.com/file/d/0B-ABjQmYGMXbd0MyZDkyRFI3OWc/view

Con un gran abrazo a todos, Yves

 * PD. Por si las moscas (adaptadas y modernizadas), les copio mi e-mail del 18:

Pues sí, amigos, estoy en París pero tengo don de ubicuidad, gracias a los videos de María Isabel Casas difundidos por esta maravilla de NTC … : pude asistir al lanzamiento por JCL y Alberto Rodríguez, donde escuché con atención sus argumentos y los extractos que se leyeron comparándolos con el original de María. Lo que me permitió, sin conocer la totalidad de los libros "intervenidos", ejercer el nuevo género de la precrítica, totalmente favorable en mi caso a las intervenciones sobre obras clásicas. Me entristece el fetichismo que la mayoría de los contradictores oponen a algo que se ha hecho desde que la escritura existe, o sea desde los tiempos de Ur y de Gilgamesh. Y me alegra que Rodrigo evoque Las Meninas de Picasso, que lejos de anular las de Velázquez, les dió una segunda juventud. Estoy preparando un argumentario más profundizado que estas breves notas y las que ya mandé anteriormente; se las envío dentro de unos días.

Un gran abrazo a todos, a los intervencionistas y a los fetichistas, y otro gigante a Gabriel y María Isabel gracias a quienes surgió este interesante debate,

Yves
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De obras originales y modernizadas: 
entre fetichismo y respeto al autor

¿Creen leer el Quijote en una fiel reproducción del original, por ejemplo en esta edición erudita de 1947? Pues en rojo, las diferencias con la primera edición de 1605:
Don Quijote, edición del IV Centenario, Madrid, Ediciones Castilla, 1947.

EN un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que via un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, ron flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los bados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos, consumian las tres partes de su hacienda. El resto della concluían, sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo…

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¡Mutilado, Cervantes! ¡Qué irrespeto con el autor muerto que no se puede defender! Modernizaron la ortografía: trueque de bellas efes por eses fofas, de la divina ç por necias zetas y de zetas gloriosas por ces aburridas, de úes por uves y vice versa, de ã por el inodoro an; y añadido de tildes sin gracia a vocales que no los pedían. Sobre todo, se atrevieron los modernizadores a cambiar el ritmo y palabras cervantinos, remplazando dos puntos por coma y coma por ‘y’, sirviendo lentejas donde había lantejas y desacralizando los días de la semana quitándoles las mayúsculas. ¡Vandalismo! ¡Saqueo! ¡Violación! ¡Espanto! ¡Desolación! ¡Acto de desprecio al lector considerado como un tonto! ¡Negación del misterio divino que uno experimenta leyendo palabras y letras extrañas y por eso llenas de esa poesía que te lleva directo al éxtasis religioso!

Queridos contradictores de JCL y de Pérez Reverte, entiendo sus quejas de letrados y académicos frente a la vulgarización de obras clásicas. Yo también soy un académico letrado formado en la vieja Sorbona y dediqué mi vida al estudio de lenguas de África y del palenquero de Colombia, lo que no me impide amar las obras literarias originales y las viejas ediciones. Crecí en un ambiente familiar privilegiado: mi madre francesa era librera y me pasaba los días de descanso escolar en un rincón de su librería leyendo todo lo que me caía ante los ojos. A los nueve años, después de una operación de un ojo fijo, pasé quince días en el hospital con los ojos vendados y mi tía española, quien difundía en la España franquista libros prohibidos por la dictadura, me leyó el Quijote en esta misma edición de 1947 que acabo de mencionar: como William Ospina con La Odisea, guardo de ello un recuerdo encantado (aunque a diferencia de él, preguntaba a mi tía qué significaban las palabras que no entendía). Queridos contradictores, hablan como si todos los hombres y las mujeres del mundo fuéramos ese Hombre ideal de la Declaración de 1789 que Marx reducía con razón al hombre burgués. No nacemos iguales en este mundo: ustedes, Londoño y yo vinimos con algo de capital cultural, como dice el sociólogo Pierre Bourdieu, distinto al capital económico y al capital social (la red de relaciones de los padres). Poca gente tiene la suerte de compartir un gran capital cultural y la escuela está muy lejos de compensar las desigualdades familiares al respecto.

Como no sé cuantos lectores hay en Colombia, me referiré a los de Francia a partir de los datos proporcionados por el INSEE, nuestro Instituto nacional de estadísticas (Ver anexo al final). Y no vayan a imaginar que el pueblo francés es más culto que el colombiano, eso no es nada cierto.

 En 1981, 42 % de los franceses de más de 16 años leían más de cinco libros al año, en el 2012 ya no eran sino 31 %. Los lectores medianos (de 6 a 24 libros) pasaron de 28% a 25%. Los grandes lectores (más de 2 libros al mes) son estables: 6% del conjunto en el período considerado.

La categoría socioprofesional, el nivel de instrucción, la generación y el sexo influyen en el perfil de los lectores. En 2012, los que no leen ningún libro en el año (43% de los franceses) pertenecen a las clases modestas (48 % de los obreros y 44% de los campesinos son no lectores) y no tienen diplomas (54 % de los no diplomados no leen libros). Al contrario, los grandes lectores están sobre- representados en las clases acomodadas (20%) y en los diplomados de la enseñanza superior (17 %).

 En cuanto al sexo, los hombres leen muchísimo menos que las mujeres: son 55% en no leer libros, frente a 33% de mujeres. Unos podría pensar que las amas de casa leen más, pero la diferencia no está ligada al hecho de que las mujer trabaje o no al exterior, pues el porcentaje de mujeres no lectoras es el mismo en los dos casos. Por fin, los jóvenes de 16 a 24 años leen más libros en el año que el conjunto de los franceses, lo que se explica por la obligatoriedad de lecturas de obras clásicas en el ámbito escolar: los jóvenes que leen entre uno y 11 libros son más que el promedio nacional, pero los lectores de un libro y más por mes es inferior a este promedio.

Tres encuestas profundizadas realizadas en 1993, 2006 y 2008 sobre las prácticas de lectura de los adolescentes completan este cuadro. Frente a las dos actividades emblemáticas de los jóvenes, el internet y la escucha de música, la lectura y la televisión (connotada como práctica infantil) han perdido mucho terreno en este período de quince años y no cabe duda de que las próximas encuestas mostrarán una aceleración de estas tendencias, con la generalización de los celulares inteligentes, tabletas y otros i-phones. La lectura de libros, de tebeos y comics y de revistas se desmoronan progresivamente: 33% de los adolescentes declaraban leer un texto durante el fin de semana, 30% en 2006, 14% en 2008. Tenían que citar el último libro leído; dominaban en 1993 obras clásicas o novelas bien escritas para adolescentes: Germinal de Zola, Diez negritos de Agatha Christie, La gloria de mi padre de Marcel Pagnol, El Gran Meaulnes de Alain-Fournier, El Horla de Maupassant, Una bolsa de canicas de Joffo, Colmillo Blanco de Jack London. El mismo año, los jóvenes de 17 años premiaban en este orden Cándido de Voltaire, El extranjero de Camus, Germinal, Rojo y Negro, La peste, Madame Bovary y Las flores del mal. El contraste es impactante con 2008, que premia sobre todo series de heroic fantasy, en este orden: Harry Potter, Da Vinci Code, « la literatura clásica » citada como tal, Eragon de Paolini, Gossip girl (Chica indiscreta), El perfume de Süskind, El extranjero, que sobrenada con valientía, Ensemble, c’est tout de Anna Gavalda, adaptado al cine en 2004, Eclipse de Stephenie Meyer (tercer tomo de una saga), Les chevaliers d’Émeraude (otra saga de Anne Robillard), Mary Higgins Clark (autora de novelas de misterio). Entusiasmo por la heroic fantasy, literatura clásica citada como género global donde los títulos no valen, son las características de estos nuevos lectores. Los libros ya no son los de la herencia patrimonial, bien sea por un debilitamiento de los clásicos demasiado ligados a las obligaciones escolares, bien sea por debilitamiento de la presión simbólica que conducía, frente a un cuestionario, a citarlos, aun cuando la consigna estipulaba de no hacerlo si el libro había sido leído en el marco escolar. Los dos fenómenos se combinan sin duda: la ideología dominante es la religión de la eficacia tecnocrática, donde la literatura no sirve para nada. La evolución de los gobernantes, tanto en Colombia como en Francia, también es impactante: De Gaulle, Pompidou y Mitterrand eran cultos, escribían con estilo, Chirac bastante menos, Sarkozy se vanagloria de su incultura y Hollande, el “presidente normal”, afecta ser menos intelectual de lo que es, que no es mucho.

Las cifras de ventas de libros son también elocuentes y confirman las declaraciones registradas por los cuestionarios sociológicos. Por ejemplo, el tiraje promedio de un libro era en 1998 de 8403 ejemplares por título, 8151 en 2006, 7937 en 2010, 7630 en 2011 y 7282 en 2012. http://www.culturecommunication.gouv.fr/Politiques-ministerielles/Livre-et-Lecture/Documentation/Chiffres-et-statistiques).

Si seguimos así ( 1 ), las obras de la literatura clásica en su jugo original, desde Homero hasta Tolstoi e Isaacs, pronto serán relegadas a un 5% de aficionados extravagantes, a unos pocos universitarios tan especializados como los conocedores del latín o del griego antiguo, en el mejor de los casos a una materia escolar aguantada con tanto respeto como aburrimiento por legiones de adolescentes geek de clase media o modesta. Si queremos contraarrestar esa tendencias mundiales, la vulgarización es una de las soluciones de considerar, con otra reacción que la de una señorita de 1850 indignada por una palabra gorda. No hay Lector Universal, hay lectores y muchos más no lectores. Si 10% de los adolescentes que no leen entran en una María modernizada que acerca el romanticismo del xix a sus sentires del xxi, puede ser que les dé el gusto de los clásicos y que dejen de considerarlos como una tarea aburrida sino como un eco interior que amplía y enriquece sus vivencias. No lo sé, la experiencia no ha empezado, pero lo que sí sé es que si no intentamos algo, esos adolescentes nunca leerán nada. Y no por ser tontos, que no lo son, sino inhibidos por el prestigio de clase que la vieja burguesía otorga a su cultura clásica, o ahora deshinibidos por el desprecio de la misma por parte de la nueva burguesía tecnócrata. Combatir la desigualdad de capital cultural entre nosotros no se hará invocando el respeto al autor muerto ni gritando al asesinato. Las obras originales no son anuladas por las modernizaciones, ahí siguen a disposición del cualquier lector. No son anuladas, como tampoco, lo señala con razón Rodrigo Escobar Holguín, “la Meninas” de Velázquez lo son por las de Picasso.



( 1 ) Mi amigo Fabio Martínez cita a Zuleta, para quien la lectura es un elogio de la dificultad, lo que me parece un tanto elitista. Según Zuleta, en el mundo de la ciencia, el arte y la literatura “no hay lecturas fáciles, sino lectores fáciles”. Querido Fabio, te confieso que para entender algo a la mecánica cuántica, no he leído a Schrödinger ni los escritos teóricos de Einstein, sino a los vulgarizadores Ortoli y Pharabold (El cántico de la cuántica). Para comprender algo de matemáticas, no recurrí a los escritos abstrusos para mí de Gödel ni del genial colectivo Bourbaki, sino a los libros muy divertidos del matemático Raymond Smullyan, quien me hizo entender el enfoque matemático, lo que once años de problemas escolares infligidos como recetas de cocina no habían logrado. En ciencias duras, prefiero ser un lector fácil a un no lector.
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Ligerezas

Irreflexiones. Por Oscar Lopez Pulecio

Oscar Lopez Pulecio


Con el patrocinio de la Academia Española de la Lengua, nada menos, el escritor Arturo Pérez-Reverte acaba de presentar en Madrid su versión aligerada de Don Quijote de la Mancha, originalmente publicado en 1605. La buena intención de esa iniciativa es llegar con la historia del Ingenioso Hidalgo a un público juvenil, para el cual la prosa cervantina es incomprensible y las múltiples historias que se entrelazan en las dos partes del famoso y extenso mamotreto, un laberinto. O sea, un crimen de lesa majestad literaria que se comete, como tantos otros, a nombre de la pedagogía. Lo que buscó Pérez-Reverte fue “aligerar el texto sin alterar su esencia”. Librarlo de polvo y paja, como si no fuera precisamente eso en su integridad: una historia fantástica y desordenada producto de la inventiva de un creador literario de primer orden.

Con Don Quijote se han tejido toda clase de teorías sobre su naturaleza, su significación histórica, su representación icónica de lo español, su carácter universal, su permanencia en el tiempo, la historia trágica de su autor. En fin, es uno de los libros que más libros ha producido sobre sí mismo, sin contar con versiones infantiles, juveniles, explicativas, películas, dibujos animados, tiras cómicas, hechas en aras de popularizar la saga y sobre todo, de ponerla fuera del patrimonio de los académicos y cerca al gran público. Todo ello santo y bueno, pues puede inducir quizás la curiosidad del lector para saborear en sus palabras originales, con sus aventuras originales, la gran obra maestra, ininteligible, enrevesada, tortuosa, pero fresca y divertida como hace cuatrocientos años. Pero Don Quijote escrito por Pérez-Reverte, no es Don Quijote.

Y entre nosotros, con el patrocinio de la Secretaría de Cultura de Cali, las mismas buenas intenciones (que como se sabe pavimentan el camino del infierno) y exactamente los mismos propósitos pedagógicos, Julio César Londoño, acaba de hacer lo propio con María de Jorge Isaacs, publicado en 1867. María ha sido también fuente de numerosos estudios académicos y debates que van desde la existencia real del personaje, hasta la glorificación del paternalismo esclavista en el aislamiento de El Paraíso del contexto de guerras civiles de la época; existen sobre el libro versiones digitales, impresas, completas, simplificadas, resúmenes, películas e historietas. No es un libro extenso, su esencia romántica se expresa tanto en la historia de Efraín y María como en la prosa; sus 55 capítulos son muy breves, es fácil de leer puesto que la manera de escribir y la ortografía española no han cambiado mucho en siglo y medio, y aun la versión original viene con un anexo para explicar los giros idiomáticos vallecaucanos. Entonces, ¿para qué aligerarla?

El tío Baltasar, admirador de la prosa de Londoño, que no es ligera sino erudita sin mayores concesiones al lector, piensa que la polémica desatada alrededor de sus textos, que aún no se conocen, no es tanto porque Londoño haya hecho ese trabajo pedagógico, que incluye al Alférez Real de Eustaquio Palacios, sino que haya incurrido en la ligereza, un poquito imperdonable, de decir que les ha enmendado la plana a Isaacs y a Palacios, mejorando (¿modernizando?) su estilo, “aligerando el texto sin alterar su esencia” como hizo Pérez-Reverte con Don Quijote. Sólo que María, escrita por Julio César Londoño, no es María.

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